martes, 15 de marzo de 2011

Surcando mi destino.

El sol me calienta desde la ventana. Un sol radiante lleno de luz y energía que impera sobre este cielo, ahora azul.

A ras de vista, un manto blanco y esponjoso. Las nubes. !Qué imagen tan fascinante!. Parece que la Tierra ha desaparecido y me encuentro flotando sobre una nebulosa blanca, como si del rocio de la mañana que empapa el suelo se tratara, pero sin suelo. 

De repente, abruptaciones en este manto y algunos claros-oscuros. Son las montañas nevadas que emergen de este subsuelo maravilloso que describo.

Parece que todo ha acabado y no queda nada, tan sólo quedo yo navengando  sin rumbo por este paisaje. París ha desaparecido del destino ruta y ahora parece que quiero volar al infinito.

El sol ya quema y me da gustito. Ayer preguntabas si pensaba aún en el pasado y respondí que aún lo hacía. Es inevitable pensar en él, siempre va conmigo. El pasado queda como un tatuaje en mi piel que con el paso de los años acaba acostumbrándose a que lo ignore, aunque de vez en cuando lo miro de reojo. Pero con intensidad ahora pienso en el presente y con este paisaje diáfano comparo mi destino con lo que quiero.

Quiero tener esta sensación siempre. A ella aspiro, y de momento me acabo de montar en un avión rumbo a ella.

[guiño.guiño]
9marzo2011





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