miércoles, 30 de marzo de 2011

No sé hacerlo bien ...

Toda la vida hemos estado expuestos a escoger un camino para tomar una decisión, dejando atrás y muy atrás la otra opción sin saber si era la correcta o no.

Toda la vida hemos decidido con la cabeza predominando sobre el corazón, porque éste es traicionero y te hace jugar malas pasadas...

Toda la vida nos han dado una palmada en la espalda cuando hemos decidido con serenidad, aunque a tí esa palmada sea un empujoncito a un pozo sin fondo, porque realmente has actuado políticamente correcto, pero no con total libertad.

Toda la vida han aparecido situaciones cuando menos lo esperas. Se te ha llenado la vista, los labios, los oídos, las manos... y lo quieres todo y al final te quedas con nada.

Entre tanta decisión y tanto camino, siempre está involucrada alguna persona. Me atrevería decir incluso que un mínimo de dos. Una que se beneficia de tu decisión de alguna forma, y otra que sale perjudicada.

¿En quién has de pensar?

Buscas y buscas la forma de que todo el mundo se beneficie o al menos permanezca intacto con tu decisión. Pero es imposible...siempre se escapa algún detalle. Por muy poco que tu quieras joder a nadie, al final , jodes más que si fuera intencionado.

He de pensar en mí, con cabeza o corazón. ¿Egoismo puro y duro? ¿quién mira por lo que siento o quiero o debo o hago, si no soy yo? ...   Lo siento, pero hoy sí voy a ser egoista.

Lo más complicado es elegir con razón un tema de corazón. No casan. No pegan. No funcionan. Por eso pienso que a veces, cuando el sentimiento es muy grande, cuando la pasión se apodera de tí, cuando el deseo te envuelve... has de no pensar y actuar. Te vas a equivocar por regla general  ( o no ), pero peor es tener el sentimiento de pensar que pudo ser y no fue.

A veces es mejor ni pensar, aunque las consecuencias sean catastróficas y la espinita clavada se convierta en estaca.

Lo siento. Siento por aquellas personas que bordean el camino que he escogido, pero ahora mismo, soy feliz.

martes, 15 de marzo de 2011

Surcando mi destino.

El sol me calienta desde la ventana. Un sol radiante lleno de luz y energía que impera sobre este cielo, ahora azul.

A ras de vista, un manto blanco y esponjoso. Las nubes. !Qué imagen tan fascinante!. Parece que la Tierra ha desaparecido y me encuentro flotando sobre una nebulosa blanca, como si del rocio de la mañana que empapa el suelo se tratara, pero sin suelo. 

De repente, abruptaciones en este manto y algunos claros-oscuros. Son las montañas nevadas que emergen de este subsuelo maravilloso que describo.

Parece que todo ha acabado y no queda nada, tan sólo quedo yo navengando  sin rumbo por este paisaje. París ha desaparecido del destino ruta y ahora parece que quiero volar al infinito.

El sol ya quema y me da gustito. Ayer preguntabas si pensaba aún en el pasado y respondí que aún lo hacía. Es inevitable pensar en él, siempre va conmigo. El pasado queda como un tatuaje en mi piel que con el paso de los años acaba acostumbrándose a que lo ignore, aunque de vez en cuando lo miro de reojo. Pero con intensidad ahora pienso en el presente y con este paisaje diáfano comparo mi destino con lo que quiero.

Quiero tener esta sensación siempre. A ella aspiro, y de momento me acabo de montar en un avión rumbo a ella.

[guiño.guiño]
9marzo2011